1. La
extorsión telefónica o secuestro virtual no distingue nivel socio cultural. Lo
mismo ha golpeado a personas de estrato social y formación académica y
profesional de alto nivel, que a la clase media y baja. Así que debemos
entender que le puede pasar a cualquiera. En México, han sido víctimas de este
delito grandes empresarios, intelectuales, académicos, artistas, deportistas
famosos, periodistas y hasta sacerdotes, por señalar algunas ocupaciones de las víctimas que he conocido. También
he tratado a personas de origen sumamente humilde que han perdido sus pequeños
ahorros por una llamada de extorsión.
2. Se
caracteriza por generar en la víctima, a través de una llamada telefónica, la idea de que quien contesta o algún familiar
querido, corre un grave riesgo, por lo que la obligan a mantenerse en línea, esto
es, sin colgar el teléfono, siguiendo instrucciones que pueden ir desde
dirigirse a un lugar a comprar tarjetas para celular y proporcionar la clave de
las mismas, a ir a un establecimiento para depositar dinero, por lo regular
instituciones con mucha flexibilidad para cobrarlo como Banco Azteca,
Copell, etc., con la amenaza de que si no lo hace comenzarán a lastimar al
familiar o haciendo creer que están siguiendo a la víctima a distancia.
3. Una
modalidad muy reciente es la de hacer que la víctima, una vez que ya dio datos
de otros familiares, se hospede en algún hotel de paso para seguir
instrucciones y, ya enganchada, no contestar ninguna llamada que no provenga de
las extorsionadores o mantener el teléfono apagado por determinado tiempo. Esto
permite que mientras la persona se encuentra encerrada, los delincuentes hablen
con sus familiares y les hagan creer que la tienen secuestrada. Además de
hoteles, pueden hacer que la víctima permanezca en un centro comercial,
parques, iglesias, cafeterías, etc.
4. En
el mejor de los casos, una víctima “enganchada” pierde entre 500 y mil pesos
por concepto de la compra de tarjetas de teléfono. Sin embargo, he presenciado
casos en los que se ha pagado más de un millón de pesos en diferentes depósitos
en menos de 24 horas.
5. A la merma económica y la crisis emocional que
viven los familiares, se suma el grave pesar que recae sobre la víctima inicial
al darse cuenta de que todo fue un engaño. Hay casos extremos en que dichas
víctimas, por la excesiva frustración, se niegan a reconocer que fue una treta
y tratan de sostener la historia con tal de no admitir que fueron engañados.
La manera de combatir la extorsión
telefónica es mucho más sencilla que su ejecución y consiste en colgar ante cualquier llamada con
las características antes descritas, alertar a nuestros familiares y difundir el consejo entre nuestro núcleo cercano.
Este tipo de llamadas son
aleatorias, por lo regular desde el interior de algún centro de reclusión, y no
representa ningún riesgo para la persona que la recibe, a pesar de lo que el
delincuente diga por teléfono.
Por último, siempre es útil tener
una clave entre familiares para informar sobre alguna situación anormal, misma
que debe ser breve y fácil de mencionar bajo una situación de estrés.
Espero les sea de utilidad la
presente información.
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