sábado, 21 de junio de 2014

El mundo de afuera, Premio Alfaguara de Novela 2014.

La novela es, sin duda, el género de mayor penetración en el mercado literario. Son  miles las obras que ven la luz cada año y hay un grupo selecto de novelistas que acaparan estantes y lectores de los cinco continentes.

Por ello, encontrar una "buena novela" no es complicado. Lo difícil es hallar "novelas trascendentes". Editorial Alfaguara (España), instituyó desde el año 1998 el Premio Alfaguara de Novela "con la vocación de contribuir a que desparezcan las fronteras nacionales y geográficas del idioma, para que toda la familia de escritores y lectores de habla española sea una sola, a uno y otro lado del Atlántico", como se lee en la justificación del otorgamiento del galardón.

El Premio Alfaguara de Novela 2003 catapultó  Diablo Guardián,  de Xavier Velasco, una de las obras mejor acogidas de los últimos 10 años en México, y ha reconocido a escritores como Elena Poniatowska, Tomás Eloy Martínez, Laura Restrepo, Sergio Ramírez y Andrés Neuman, por citar sólo algunos de los 18 galardonados.

Este año, el premio correspondió a El mundo de afuera, del colombiano Jorge Franco. Me entusiasmó de principio a fin. Si debiera definir una cualidad de la obra, sería el extraordinario manejo de la tensión. En sus páginas conviven notas de Wagner, estampas de María Callas en Alemania y un exótico castillo en Medellín, Colombia, en cuyos jardines la pequeña  Isolda vive aparentemente a salvo del "mundo de afuera", sin siquiera imaginar sus padres, don Diego Echavarría y la señora Dita, lo que se teje detrás de las bardas de su castillo, donde El Mono, delincuente vicioso, planea desde la copa de un árbol el golpe de su vida y da rienda suelta a una peculiar historia de amor con la pequeña Isolda. Ella, a su vez, vive su atípica libertad en los jardines donde convive con entes que dotan a la novela de un matiz de magia y ficción, mientras sueña y baila al ritmo de The Beatles.

Vaya pues la invitación a su lectura y, por qué no, a la de las 18 obras ganadoras de Premio Alfaguara de Novela. 

viernes, 6 de junio de 2014

Día Nacional de Suecia

Bandera de Suecia
Asistí al festejo del Día Nacional de Suecia organizado por su Embajada en Colombia. Un evento de dos horas que bastaron para asomarse a la grandeza de una nación que, con tan sólo 9.5 millones de habitantes (datos del año 2012), es una de las economías más fuertes del mundo. Es sede de empresas líderes como Volvo y Ericcson, el 80% de su población tiene acceso Internet y vio nacer a Alfred Nobel, inventor de la dinamita y creador del Premio Nobel, que en la rama de Literatura ha sido otorgado a siete escritores suecos.

También tiene y tendrá problemas. Nada es miel sobre hojuelas en la vida cotidiana de las naciones. Siempre hay retos, desafíos, diferencias ideológicas, necesidades por cubrir y tareas urgentes que en ocasiones son irrealizables. Sin embargo, es inspirador adentrarse en la historia de sociedades que han alcanzado metas que, estoy convencido, muchos mexicanos anhelamos.

La embajadora de Suecia en Colombia, Marie Andersson de Frutos, en emotivo mensaje habló de “el sol de media noche” y de la maravilla de pernoctar “en un hotel de hielo que con el tiempo vuelve al río”, pero también del pasado vikingo de su tierra y la consolidación de la nación próspera que es hoy. Anunció un plan de intercambio académico con estudiantes colombianos de excelencia en el campo de la medicina y pidió en tono humilde a los presentes: “incluir a Suecia, algún día, como su destino de viaje”.

Para finalizar, anunció la presencia de un artista al que calificó de excepcional y no se equivocó. Se trata de Jon Henrik Fjällgren, un joven de origen colombiano que siendo un niño emigró a Suecia y que hasta antes de ganar el reality musical Talang Sverige, se dedicaba a ser “pastor de renos”. Su canto, en lengua sami, parece nacer de lo más profundo del alma. Es, también, parte de la identidad Sueca.

Fue el colofón de un momento extraordinario.


 ¡Felicidades, Suecia!