Bandera de Suecia |
Asistí al festejo del Día Nacional
de Suecia organizado por su Embajada en Colombia. Un evento de dos horas que bastaron
para asomarse a la grandeza de una nación que, con tan sólo 9.5 millones de
habitantes (datos del año 2012), es una de las economías más fuertes del mundo.
Es sede de empresas líderes como Volvo y Ericcson, el 80% de su población tiene
acceso Internet y vio nacer a Alfred Nobel, inventor de la dinamita y creador
del Premio Nobel, que en la rama de Literatura ha sido otorgado a siete escritores
suecos.
También tiene y tendrá problemas.
Nada es miel sobre hojuelas en la vida cotidiana de las naciones. Siempre hay
retos, desafíos, diferencias ideológicas, necesidades por cubrir y tareas
urgentes que en ocasiones son irrealizables. Sin embargo, es inspirador
adentrarse en la historia de sociedades que han alcanzado metas que, estoy convencido, muchos mexicanos anhelamos.
La embajadora de Suecia en
Colombia, Marie Andersson de Frutos, en emotivo mensaje habló de “el sol de
media noche” y de la maravilla de pernoctar “en un hotel de hielo que con el
tiempo vuelve al río”, pero también del pasado vikingo de su tierra y la consolidación
de la nación próspera que es hoy. Anunció un plan de intercambio académico con
estudiantes colombianos de excelencia en el campo de la medicina y pidió en
tono humilde a los presentes: “incluir a Suecia, algún día, como su destino de viaje”.
Para finalizar, anunció la presencia
de un artista al que calificó de excepcional y no se equivocó. Se trata de Jon
Henrik Fjällgren, un joven de origen colombiano que siendo un niño emigró a
Suecia y que hasta antes de ganar el reality musical Talang Sverige, se dedicaba a ser “pastor
de renos”. Su canto, en lengua sami, parece nacer de lo más profundo del alma. Es, también, parte de la identidad Sueca.
Fue el colofón de un momento
extraordinario.
¡Felicidades, Suecia!
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