La novela es, sin duda, el género de mayor penetración en el mercado literario. Son miles las obras que ven la luz cada año y hay un grupo selecto de novelistas que acaparan estantes y lectores de los cinco continentes.
Por ello, encontrar una "buena novela" no es complicado. Lo difícil es hallar "novelas trascendentes". Editorial Alfaguara (España), instituyó desde el año 1998 el Premio Alfaguara de Novela "con la vocación de contribuir a que desparezcan las fronteras nacionales y geográficas del idioma, para que toda la familia de escritores y lectores de habla española sea una sola, a uno y otro lado del Atlántico", como se lee en la justificación del otorgamiento del galardón.
El Premio Alfaguara de Novela 2003 catapultó Diablo Guardián, de Xavier Velasco, una de las obras mejor acogidas de los últimos 10 años en México, y ha reconocido a escritores como Elena Poniatowska, Tomás Eloy Martínez, Laura Restrepo, Sergio Ramírez y Andrés Neuman, por citar sólo algunos de los 18 galardonados.
Este año, el premio correspondió a El mundo de afuera, del colombiano Jorge Franco. Me entusiasmó de principio a fin. Si debiera definir una cualidad de la obra, sería el extraordinario manejo de la tensión. En sus páginas conviven notas de Wagner, estampas de María Callas en Alemania y un exótico castillo en Medellín, Colombia, en cuyos jardines la pequeña Isolda vive aparentemente a salvo del "mundo de afuera", sin siquiera imaginar sus padres, don Diego Echavarría y la señora Dita, lo que se teje detrás de las bardas de su castillo, donde El Mono, delincuente vicioso, planea desde la copa de un árbol el golpe de su vida y da rienda suelta a una peculiar historia de amor con la pequeña Isolda. Ella, a su vez, vive su atípica libertad en los jardines donde convive con entes que dotan a la novela de un matiz de magia y ficción, mientras sueña y baila al ritmo de The Beatles.
Vaya pues la invitación a su lectura y, por qué no, a la de las 18 obras ganadoras de Premio Alfaguara de Novela.